—Todo es mentira. Absolutamente todo es una puta mentira.
—Pero… ¿cómo que “todo”? ¿Y de dónde leches has sacado esta información? ¿Es fiable?
Jorge extrajo de su bandolera un grueso dossier y lo tendió encima de la mesa en la que se encontraban, en una concurrida cafetería del centro de la ciudad. Lo abrió y comenzó a sacar papeles y diversas fotos, muchas de ellas con membrete del gobierno, otras tantas con logos de diversas corporaciones. Elisa reconoció la firma del propio presidente del país, incluso leyó nombres de otros mandatarios internacionales. Junto a la mayoría de ellas, el CEO de una de las empresas más grandes del mundo, implicada de lleno en nuevas tecnologías, redes sociales, sistemas GPS y en el seguimiento en Red de usuarios, la fabricación de dispositivos móviles y unas cuantas cosas más, firmaba junto a los primeros, en documentos presididos por una gran “G”. Antes de abrir la carpeta pudo ver escrita en ella un anuncio de lo que contenía. “Brave New World Project”, rezaba.
—¿Recuerdas el especial que hicimos para el dominical? El del grupo de hackers WikiLeaks…
—Sí, claro… uno de los mejores que hemos tenido.
—Pues bien, resulta que al que entrevistamos es el fundador del grupo. Assange era solo la cabeza visible, alguien físico a quien cazar, una mera distracción para que los verdaderos organizadores, los que realmente sacan la información a golpe de destrucción de los más inquebrantables sistemas de seguridad, sigan sacando a la luz información sensible, de alto interés para el ciudadano. Sí, ya… No me mires así, esa última frase es de ellos, no tengo culpa de tener memoria fotográfica… A lo que iba. Nuestro entrevistado ha resultado ser el hacker más importante de todos, tanto en conocimiento como en el escalafón de la organización. Al parecer, vio mi entusiasmo por lo que hacían y que tampoco trastocaba ni una sola palabra de las que dijo para la entrevista, así que me consideró el candidato perfecto con el que compartir esta info… Bueno, eso y que trabajamos en uno de los periódicos más importantes del país, que todo hay que decirlo.
—¿Y dices que todo es mentira? ¿Qué abarca ese “todo”? —dijo sin creerse por completo lo que su compañero le estaba contando.
—¡Pues todo, joder! ¿No lo entiendes? —Jorge bajó el tono de voz, mirando en todas direcciones por si alguien había reparado en la conversación que estaban manteniendo –. Nos están manipulando… pero no en las cosas que tú y yo sabemos, sino en absolutamente todo. Los terroristas, la inmigración de los países en guerra, las crisis, las caídas de las monedas de ciertos países importantes… Y no solo están creando este miedo para tenernos callados y sumisos, no… Están planeando algo muy gordo, están construyendo un futuro a su medida en el que ningún ciudadano tenemos derecho a opinar. Un futuro oscuro en el que tú, yo y cualquiera al que conozcamos seamos completos esclavos. Un futuro en el que no valdremos una mierda, en el que seremos pequeñas piezas de un enorme engranaje que pueden ser sustituidas en cualquier momento. Seremos reemplazables. Seremos prescindibles…
—Venga ya… ¿Desde cuándo te has convertido en un conspiroparanoico? ¡Tú! Te consideraba un periodista serio, no alguien que se deja llevar por las alucinaciones esquizofrénicas de un grupo de veinteañeros con granos, detrás de una pantalla de la que les cuesta despegarse…
—Para empezar, tiene 35, y además es de tu tipo…
—¿A sí…? Ehmm… ¿Y cuándo es la próxima reu…? Bueno, ¡déjate de chorradas! Sabes que, si le vas con esa historia a Juan, no te la va a publicar ni de coña…
—Vamos, Elisa, vamos… Venga, sabes que no soy un crédulo. Está todo en estos papeles, hasta el último acuerdo entre multinacionales y gobiernos, agencias de información, etc… Somos unos peleles, la información que nos llega a los que tenemos que ofrecerla al gran público se nos proporciona ya distorsionada… ¡Qué digo distorsionada! ¡Inventada, más bien! ¿De verdad quieres dejar pasar esta oportunidad? Piensa en las consecuencias, ya estoy oliendo el Pulitzer entre mis manos… Nuestras, quería decir.
—Ja, ja, ja, ja… Sigue soñando, muchacho…
—¿Es que no lo ves? El Watergate es un chismorreo de la vecina del quinto comparado con esto… Lo que tenemos entre nuestras manos, es el destape del mayor engaño que ha sufrido el ser humano desde que empezó la era de la información…
—Casi consigues convencerme… Venga, en serio, ¿dónde están las cámaras? No puedo creerme que todo esto sea real… —Y, sin embargo, el semblante de la periodista había cambiado. Al comienzo de la charla, mientras su compañero le estaba contando todo, una sonrisa se había dibujado en su rostro sin desaparecer en ningún momento, pero ahora ya no había sonrisa. La duda comenzaba a pasar por su cabeza.
—Mira los documentos con detenimiento, por favor… Le encargué a los de fotografía que los analizasen con todo el escepticismo del mundo, que buscasen cualquier pixel fuera de lugar. También he contratado a un grafólogo para que comprobase las firmas de los mandatarios conocidos, incluso he comprobado fechas y convenciones y todas coinciden. Las reuniones no figuran en ninguna agenda, ni pública ni privada, pero los implicados se encontraban en la misma ciudad en las mismas fechas… ¿Y los especialistas de los que te he hablado? Todos coinciden en el veredicto: los documentos son genuinos al cien por cien, sin un solo resquicio de duda.
—Entonces… ¿me estás diciendo que todo esto es cierto?
—¡Claro, Joder! ¡Llevo más de una hora intentando explicártelo!
La reportera cambió de postura. Desde el principio de la charla adoptaba una pose relajada, confiada, sin preocupaciones, pero ahora, ante las evidencias que Jorge le presentaba ante sus narices, todo había cambiado. Los músculos se le tensaron bajo la piel, el vello de la nuca se le erizó y el corazón comenzó a latirle cada vez más deprisa. El reportero fue consciente del cambio, sabía que estaba consiguiendo que le creyese. No podía darle ni un ápice de tregua, si no conseguía el apoyo de Elisa, no tendría ninguna oportunidad ante Juan, el redactor jefe, y no debería quedarle mucho para llegar, era ahora o nunca.
—Mira, aquí en esta hoja tienes un resumen del plan de acción del Brave New World Project… —comenzó a señalar punto por punto mientras los leía, más bien recitaba, casi de memoria —. Uno, inducción al miedo. Uno, punto uno. Terrorismo: armar y adiestrar grupos contrarios al ideal occidental. Bombardeo de información continua sobre el peligro de la guerra. Acercar zonas de combate a cada televisor del mundo. Convencer de la amenaza continua que suponen los grupos contrarios al BNWP para los ciudadanos. Así mismo, aprovechar el engaño para buscar y destruir posibles objetivos que perjudiquen al nuevo orden, tanto individuales como grupales.
»Uno, punto dos. Incrementar el malestar general y la agresividad del individuo, así como su conformismo al sistema establecido, mediante la dispersión desde la ionosfera de gases de modificación del comportamiento. Los laboratorios deben de asegurarse de crear el cóctel gaseoso perfecto para producir individuos sin control, psicóticos, que resulten una amenaza para el resto.
»Uno, punto tres. Derrocar monedas de países en desacuerdo con el nuevo orden y asegurarse de que las noticias lleguen al ciudadano. Es imprescindible que la sensación de inseguridad exista y sea una amenaza continua, sin dejar de mantener el estatus de la clase media. Deben sentirse afortunados, agradecer al sistema su posición. Si la devaluación de la moneda no es suficiente para doblegarlos, proceder con la eliminación de su líder político y colocar en su lugar a un miembro del BNWP.
»Uno, punto cuatro. Contaminar a la población mundial con nuevas y viejas enfermedades. Seguir manteniendo el nivel de casos cancerígenos, con el nivel de mortandad acordado en anteriores reuniones. El ciudadano debe sentirse cubierto por sus gobiernos, a la vez que sentir que el sistema público no es suficiente. En el caso de los países que no cuenten con el sistema público de sanidad, el ciudadano debe de estar convencido de que un sistema privado es necesario para su supervivencia. Es ahora cuando los chips biológicos subcutáneos deben de hacer su aparición, bajo la promesa de la detección temprana de enfermedades y de problemas relacionados con la salud.
»Uno, punto cinco. El despido, y con ello la pérdida adquisitiva económica, debe ser cuestionada en todo momento. El trabajo por cuenta ajena tiene que ser imprescindible para subsistir. Aquellos ciudadanos que intenten por su propia cuenta montar empresas y negocios viables, las leyes e impuestos deben de ponérselo lo más difícil posible. El ciudadano tiene que saber que la única opción viable la tienen las multinacionales, sobre todo las que se acogen al BNWP y sus intermediarios (dato, por supuesto, de no conocimiento público). Mantener así mismo la sensación de “poder del pueblo llano”, con encarcelamientos y multas ficticias en estas grandes empresas. Debe parecer a toda costa que los gobiernos, aquellos a los que han votado, aún tienen el poder sobre estas.
»Dos, control absoluto. Dos, punto uno. La alimentación deberá estar estrictamente controlada por el BNWP. La proliferación de los transgénicos debe ser continua y ascendente. El ciudadano nunca debe sospechar la capacidad de estos de reducir el cociente intelectual de las futuras generaciones, así como la capacidad de devaluar la efectividad del sistema inmunológico del ser humano. Los productos alimenticios no transgénicos, deben seguir siendo perjudiciales para la salud en igual medida.
»Dos, punto dos. Medicina. Las corporaciones farmacéuticas adscritas al BNWP deberán seguir con la distribución de los antibióticos del grupo 3, y en la medida de lo posible proliferar su uso continuo, con el fin de que los patógenos a los que supuestamente combaten se hagan más fuertes. Los antibióticos del grupo 4 seguirán estando reservados para evitar una pandemia no controlada, si llega a darse el caso.
»Dos, punto tres. Ojos y oídos. Los dispositivos espía deben implementarse en cada hogar y en cada individuo de los países miembros. La campaña publicitaria de los nuevos smartwach’s, smart tv’s y los nuevos smartphone’s debe ser agresiva y continua. No habrán escatimaciones en presupuestos para publicitar estos dispositivos, recordamos que la escucha de los individuos nos permitirá conocer en todo momento a posibles elementos disidentes y tomar medidas preventivas. Así mismo, los proveedores de servicios de Internet, deben seguir instalando los programas espías que van integrados en los paquetes de programas antivirus. La dirección cree que no hace falta recordar a los adscritos al BNWP el esfuerzo y el elevado coste que supuso convencer a la población mundial de la amenaza hacker y del uso imprescindible del antivirus y el Internet Security para el usuario común. También, una vez implantados los chips subcutáneos médicos, se iniciará el seguimiento y la actividad a nivel mundial de los individuos, gracias a la nanotecnología y la creación de los nuevos microgps.
Jorge suspiró, con los ojos empañados por una fina capa acuosa.
—Qué, ¿cómo se te queda el cuerpo? Y esto solo es la primera página… En las que no pertenecen a la introducción de temas a tratar, se describe minuciosamente como llegar a cabo cada punto: eliminación de objetivos, a quién chantajear y cómo, puntos débiles de Estados no miembros del proyecto, planes de derrocamientos, nombres, fechas, números de teléfonos, identidades falsas… ¡Todo! Está absolutamente todo entre estas páginas…
—Dios mío… Sí todo lo que estás diciendo es verdad… ¿No hay ni un mínimo de duda de que se lo haya inventado WikiLeaks? —lo miró, también con ojos vidriosos.
—¿En serio crees que alguien perdería tanto tiempo para inventarse algo así? ¿Encima, algo que no fuese demostrable? Y por si fuera poco está la opinión de los expertos… No Elisa, no hay ninguna duda. —dijo Jorge lo más firme que pudo.
—Está bien… estoy contigo. ¿Has avisado a Juan? Deberíamos publicar esto lo antes posible… ¿Se te ha ocurrido pensar qué pasaría si los miembros del BNWP se enterasen de que tenemos esto en nuestras manos?
—¡Oh, claro que lo he pensado! A ver si te crees tú que estas ojeras son por irme de fiesta… Pues es extraño, lo avisé unos diez minutos antes de que tú llegaras, lo justo para tener tiempo suficiente de contártelo todo, aunque ya le di un pequeño avance. Necesitaba a alguien que me apoyase en esto a la hora de presentárselo para la portada de mañana, dos convencen más que uno…
—Le habrá pillado un atasco, ya sabes cómo se pone la ciudad a estas horas…
—Voy a llamarle, a ver por dónde va…
Jorge utilizó la marcación rápida para hacerlo. Los tonos de línea seguían sonando tras un buen rato. Nadie descolgó la llamada al otro lado, el buzón de voz fue quien se lo indicó. Volvió a insistir una vez más, aunque de haber sabido que Juan se encontraba en la bañera de su casa, con un golpe que le había roto la parte posterior del cráneo y ahogado en una mezcla de agua y sangre, posiblemente no lo habría vuelto a hacer. Días más tarde, tras no acudir al trabajo, la policía encontraría su cadáver y la corta investigación, gracias al informe de la autopsia, dictaminaría que el golpe habría sido causa de un accidente. Todo esto lo sabía ya el hombre que iba vestido de pies a cabeza de color negro, incluido pasamontañas, que se encontraba a su lado en ese momento. Nunca abandonaba la escena de un encargo sin antes admirar su obra. Se consideraba a sí mismo un artista.
—Tal vez se le haya olvidado conectar el Bluetooth del coche y esté conduciendo.
—Aun así, ya debería haber llegado… Si en lo que tardamos en comernos lo pedido no llega, me presento en su casa. No pienso permitirle que me deje tirado…
—Y yo contigo. Esta oportunidad no se presenta todos los días y yo tampoco pienso dejarla a un lado…
Jorge aprovechó para ir al baño mientras traían la comida. De soslayo observó a todas las personas que encontró por el camino, sonrió pensando que al día siguiente las vidas de todos, incluida la suya propia, daría un giro de 180 grados que nadie se veía venir. Se refrescó la cara en el lavabo y estuvo un buen rato observándose en el espejo. “Libertador” pensó, le gustaba como sonaba aquel apodo en su cabeza. Sí, podría acostumbrarse a él. Volvió a sonreír de nuevo. Cuando llegó a la mesa ya le estaba esperando su sándwich, le dio un bocado con ganas, llevaba días sin alimentarse bien. Le pareció el mejor bocado que había probado jamás.
—Dios… que bueno está esto, leches… ¿Qué le habrán echado para que tenga ese toque dulce? —dijo entrecerrando los ojos.
—Averigua tú… Salsa dulce de soja o vete tú a saber…
Elisa pidió un café pese a las prisas de su amigo y compañero por llegar a casa de Juan. Lo degustó despacio, saboreando cada sorbo. Notó la mirada inquisitiva de Jorge, pero bastó con decirle que para un buen café no existen las prisas. Él se limitó a la resignación, al fin y al cabo, sabía que Juan nunca saldría de su casa tan tarde a ningún lado. Y, al fin y al cabo, tenía toda la razón del mundo.
Cuando ambos terminaron, pagaron la cuenta y fueron hacia el parking.
—¿Te llevo y luego te traigo de vuelta a tu coche? —dijo Juan, señalando a su vehículo.
—Bah, no te preocupes. Si salgo de allí directa tardaré menos en llegar a casa, y me apuesto lo que quieras a que va a ser una noche muy larga… Mejor te sigo en el mío.
—Cómo quieras.
Ambos cogieron la autovía radial para llegar antes. Pese a ser bastante tarde, Jorge se extrañó al no encontrarse con algo de tráfico. Las únicas luces que podía observar, eran las de su compañera por el retrovisor a una distancia prudencial de seguridad. Tal vez no se hubiese extrañado de saber que los accesos a aquella carretera estaban cerrados debido a un aparatoso accidente.
Un aparatoso accidente que aún no había ocurrido.
Comenzó a sentir unas fuertes punzadas en el estómago que le hicieron retorcerse de dolor. Con todo, tras un par de bandazos consiguió controlar el vehículo. Intentó frenar, pero el pedal no respondió. El indicador de la velocidad de cruce, que tenía establecido en 70 kilómetros por hora, aumentó sin tocarlo en otros 70 más. Mientras el vehículo aceleraba sin poder evitarlo, sintió como sus vías respiratorias se bloqueaban. Luchó sin éxito para que el aire volviese a entrar, pero no lo hizo. Comenzó a marearse, poco después los ojos se le cerraban sin poder evitarlo.
El vehículo se fue desviando hacia la izquierda, hacia la mediana de hormigón armado que separaba un sentido de otro de la autovía. Elisa pudo ver como el coche de Jorge impactó a gran velocidad, saltando por los aires. Al caer siguió dando vueltas de campana, mientras, trozos de cristal, cemento y hierro volaban en todas direcciones. Le pareció ver salir un brazo disparado por una de las ventanillas, justo antes de que el amasijo de hierro terminase de dar su última vuelta. Deceleró sin prisa hasta llegar a unos metros del vehículo siniestrado y esperó a que la nube de polvo se deshiciese. Sacó de la guantera un pequeño envase de latón, de color negro, con un símbolo de color rojo en medio. Miró a lo que parecía ser Jorge, ahora fundido al Ford Fiesta. Una pequeña lágrima resbaló por su mejilla.
—Una pena, Jorge. Te había empezado a tener aprecio…
Vació la gasolina para mechero del envase en el interior del vehículo, encendió una cerilla y la introdujo por el hueco irreconocible de lo que antes era una ventana. Las llamas surgieron violentas, ansiosas de devorar todo lo que encontrasen a su paso. Caminó despacio alrededor de donde el coche giraba una y otra vez, recogiendo las hojas del informe que habían salido despedidas. Una vez las tuvo todas, las arrojó a la hoguera que iluminaba la silenciosa carretera. Sacó su teléfono móvil y marcó una extensión de cinco dígitos. Alguien descolgó al otro lado de la línea sin decir ni una sola palabra.
—Ya está. Todo solucionado —El silencioso interlocutor colgó la llamada.
Sin decir nada y sin mirar atrás, Elisa volvió a su coche y se marchó a casa. Había sido un duro día en la oficina, solo tenía ganas de descansar, en unas cuatro horas tendría que levantarse para volver a la redacción a cubrir una noticia sobre la presentación de un nuevo smartwach, tecnología punta que una de las grandes corporaciones acababa de sacar al mercado.
Al día siguiente, en una cabaña perdida en un remoto bosque, Spider, líder del grupo de hackers autodenominado WikiLeaks, iniciaba la conexión por satélite a la Red. Supuso que el BNWP estaría vigilando todas las conexiones al encontrarse con la noticia, pero sus conocimientos eran más que suficientes para poder enmascarar su ip a cualquiera que estuviese vigilando. Entró a un periódico en especial, esperando leer una noticia muy especial. Suspiró al no ver lo que se esperaba…
—Pobre diablo… —dijo entrecerrando los ojos.
Buscó en la sección de sucesos y esta vez, sí que encontró lo que temía: el accidente automovilístico de uno de los reporteros del mismo periódico. El equipo de redacción condenaba el hecho de que la autopsia había revelado que J.S.R., de 38 años de edad, contaba con niveles de alcohol en sangre muy elevados, pero que, al fin y al cabo, daban un sincero y emotivo adiós a uno de los mejores periodistas que habían pasado por el equipo. Spider, sin embargo, imaginaba que era lo que había ocurrido realmente; no era el primer periodista con el que intentaba contactar.
Se recostó en la silla y dio un largo sorbo al café. Nunca desistiría, así que le tocaba hacer lo que venía haciendo desde hacía meses; encontrar un nuevo periodista honesto, fuera de la nómina del BNWP, y comprometido con la verdad.
Tal vez, con un poco de suerte, aquel o aquella, consiguiese escapar de los tentáculos de los poderosos.
Tal vez…
Posiblemente, de haber sido consciente del pequeño punto rojo brillante que acababa de aparecer en su frente, no habría guardado ni aquel pequeño resquicio de esperanza. Un ligero sonido a cristal roto llegó a sus oídos.
Pocos segundos después, en la habitación, se pudo escuchar el sonido de un cuerpo caer sobre el suelo de madera.
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